viernes, 30 de enero de 2015

CUENTO. RECUERDOS DE PALACIO DE LA PRIMERA DUQUESA DE RIÁNSARES. ( I )

Cuento original de Raúl Amores Pérez.

Publicado en la revista CASTILLEJO, de Tarancón, número 1 del Primer Semestre de 1.997, pp. 11 a 13.


I

Como 'La Gran Odalisca' de Ingres, María Cristina contorsionaba en escorzo provocante su espalda desnuda, dejando entrever unos senos blancos y altivos por el arco de Cupido que sus brazos forjaban. Su mirada, dada a las abstracciones, a los grandes ideales, ahora vagaba lúbricamente por el pecho de su amante, que sentado en una silla la admiraba a distancia. Las rutilantes velas, ensombreciendo y dando esplendor por momentos a una estancia plena de lienzos carmesíes, jugando con ese cuerpo aún hermoso, a pesar de haber parido ya innumerables veces ('clamaban los liberales/ que la reina no paría,/ ¡y ha parido más Muñoces/ que liberales había!', coreaban en sus campamentos los carlistas) 1 , invitaban a la reflexión con su lengua danzante ya tenue.


Sí, amante y esposo era con todo reconocimiento y derecho aquel que en otros tiempos escurriera las líneas de su boca por el hálito de su pecho sin pronunciarse, sin anunciar una breve declaración de amor, quizá por no llegar a ofender a dama tan principal, y que ahora tan ardientemente le correspondía como un igual en su palacio de Tarancón 2 , construido hacia dos años. No era éste tan hermoso como el castillo-palacio de la MalMaison, pero tampoco le habían de traer sus paredes pobres, su veleta retozona con la brisa, sus jardines apenas nacientes y sus verjas, los recuerdos del destierro; no había allí los esplendores de la corte, pero sí encontraba la sencillez de las gentes taranconeras, que adoraban a su Reina, lejos de las disputas de los políticos, que tan bien informados de todo estaban por ese barajeño de 'color moreno, facciones bastas y rudas, del tipo castellano, común en campos más que en ciudades; bigote negro con mosca; cabello encrespado, que parecía un escobillón; complexión dura; el habla ruda y clásica, de perfectísima construcción castiza' 3 , ese liberal de Fermín Caballero, que ya en 1.840 había publicado en Madrid 'Casamiento de doña María Cristina con don Fernando Muñoz'. Sí, ahora sí podía llamarlo ante todos, sin culpa ninguna y con toda la arrogancia posible, ESPOSO, MI SEÑOR, porque, a pesar de que tan sólo al cabo de noventa y dos días -que era la cuenta cabal que le recordaban todos que habían transcurrido desde que el Rey de España muriera-, un 28 de diciembre de 1.833, a las siete de la mañana (pareciera que el número siete le trajera desgracias a esta mujer) 4 , contrajo matrimonio ante Dios, aunque no lo fuera ante los hombres y sus leyes, con su Agustín Fernando Muñoz y Sánchez.


Ante esta paz de alcoba, después de haber desplegado esa irradiación afectuosa que emerge de dos cuerpos enamorados, haciendo que las cosas adquieran significación, espíritu; oyendo a los gorriones anunciar el nuevo amanecer manchego, a los sirvientes haciendo chirriar la garrucha del pozo para sacar agua, revelando a su dueña que había un venero oculto fluyendo bajo sus pies, un río subterráneo que se le antojaba inmenso, capaz de llegar no al Caño sino a la mar océana, un río siempre en movimiento, como su amor, siempre presto a confundirse, a ser bebido para no saciarse nunca, como ocurría cuando poseía a ese ilimitado ser de su Agustín 5 ; ante esta paz, parecían quedar atrás, muy lejos, los muchos disgustos y trabajos que le costó que sus variados enemigos e intereses habidos por cada uno de ellos, llegaran a admitir a su lindo taranconero, a su gallardo villano, como un Grande de España, sobre todo después de haber sido tan maquiavélicamente azuzados por ese grano de culo granatulense del duque de la Victoria y ese periodicucho de 'El guirigay', con el acético Clarete 6 de amarillenta pluma liberal, aprendiz de dictador, 'cortado para la política de ruido y para soliviantar con gracia a las multitudes' 7 , como andaluz que era, chismorreando y escribiendo páginas y páginas sobre cómo había de permitirse que la Regente de España se casara, sí, señores, con un joven galán que naciera 'en mil ochocientos ocho,/ el tres de mayo, por cierto,/ (y que) vio la luz en Tarancón/ el hijo del estanquero' 8 , ese 'mocetón de mocetones' 9

que antaño fuera sencillo Guardia de Corps, escolta de su Alteza el rey Fernando VII, El Deseado, y la Reina María Cristina de Borbón y Dos Sicilias 10 y hogaño se haya encumbrado Grande España, que en vez de cumplir con sus deberes de guardar y hacer guardar a sus Altezas, había logrado acostarse con esa 'puta italiana, de aspecto ordinario y algo meloso y de constantes devaneos sexuales'. De nada había de servirle a la Regente desmentirlo, que el secreto se sabía, que era cierto que un cura de tres al cuarto 'doñeador, gran gustador y catador de faldas' , llamado D. Marcos Aniano González, paisano del buscavidas de este rey sin reino, D. Fernando Octavo 11 , aspirante al trono del Ecuador 12 , había oficiado la misa y que habían actuado como testigos el Marqués de Herrera y Miguel López Acevedo 13 .


Pero eso ya nada debía importar, puesto que a la postre había logrado, el 12 de febrero de 1.844, que su amado, queridísimo y complaciente D. Agustín Fernando Muñoz y Sánchez Funes y Ortega, fuera nombrado Duque de Riánsares con Grandeza de España, 'para sí y sus descendientes primogénitos por el orden de sucesión regulada' 14 , de manera que al volver a pisar suelo patrio el cuatro de abril de 1.844, con más hombría y coraje si cabe y teniendo más... que el caballo del maldito de Espartero, pudo lucir ante todos a su galán y apuesto señor duque.


Y para que todo se acallara más, y puesto que se dudó de la validez de su matrimonio 15 , el 11 de octubre de 1.844, mediante Decreto ganado a pulso por Narváez a su muy amada hija Isabel II, se autorizó el matrimonio de los ya casados hacía once años, de modo que al día siguiente, D. Juan José Bonel, Procapellán Mayor de Su Majestad y delegado Apostólico de la Vicaría General Castrense 16 , en el Palacio Real bendijo nuevamente una unión ya consumada y santificada con varios hijos. Y no sólo eso, sino que, además, para engrandecer esta unión, se le concedió la Gran Cruz de la Orden de Carlos III. Mas como hubiera algún discrepante, todavía tuvo el 8 de abril de 1.845 que sonsacar a las Cortes para que autorizaran el matrimonio. Y de este modo, por fin, gracias a Dios y a ese ambicioso de Narváez, a la sazón Presidente del Gobierno, ya había quedado todo claro, haciendo bueno eso que había escrito Mme. de Staël, que 'el amor, que es apenas un capítulo en la vida de un hombre, es toda la historia de una mujer' 17 .



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NOTAS.

1

Eslava Galán, Juan.- Historia secreta del sexo en España. Madrid, TH, 1.996, pág. 253.
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2

El Palacio del Duque de Riánsares fue levantado hacia 1.845. Cfr.: AA. VV..- Tarancón. Guía del Patrimonio Histórico-Artístico. Tarancón, Asoc. Manuel de la Ossa, 1.995, pág.60.
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3

Pérez Galdós, Benito.- 'Mendizábal'. Episodios Nacionales. Tercera Serie. Madrid, Francisco Etchelecu, 1.929, pág. 19.
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4

Con la muerte de Fernando VII (¡el séptimo!), se inicia la I Guerra Carlista, que durará 7 años.
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5

Así es como siempre le gustó a Agustín Fernando Muñoz que le llamaran, como indica en sus Memorias:

«Agustín me llamé en los primeros días de mi vida hasta que vuelto el Rey Fernando del cautiverio el año (18)14 se empeñó mi tío y padrino, en que me había de llamar Fernando, "in honori tanti festi" decía mi buen tío, alborozado al oír las campanas que anunciaban la alegría al pueblo por la vuelta de su Monarca querido.

En los primeros seis años de mi vida me llamé Agustín y solo a este nombre respondía yo, y aun ignoraba que tuviese otro; pero el acontecimiento que acabo de referir me hizo mudar de nombre, y de tal manera se acostumbraron todos los de mi familia y presentes a llamarme Fernando. Aunque muy tarde, habiendo ido a Madrid a estudiar, es donde, no recuerdo porqué, tuve ocasión de ver mi fe de bautismo; me empeñé yo en que se me llamase Agustín y en todas mis cartas que firmaba (lo hacía) con este nombre, y lo estuve haciendo por varios años».

Garrido Gallego, Jesús.- Datos biográficos y Memoria de D. Agustín Fernando Muñoz, Duque de Riansares. Tarancón, Nuevo Milenio, 2.008, pág. 34.
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6

Luis González Bravo López de Arjona (1.811-1.871), firmaba con el seudónimo de Ibrahim Clarete en 'El Guirigay', periódico satírico-político que no tuvo reparos en llamar "ilustre prostituta" de España a la Reina Regente María Cristina de Borbón.
González Bravo, al que Juan Martínez Villergas llamó "el hombre de las apostasías" y al que todos sus actos le parecían "oportunos":
«cuando González Bravo insultaba á María Cristina en el "Guirigay", era porque lo consideraba oportuno; cuando abusaba de la libertad de imprenta, decía que era oportuno; cuando acabó con la libertad de imprenta, fue porque lo juzgaba oportuno; cuando renunció la embajada de Portugal por no servir á las órdenes de Narváez y demás gente afrancesada, también lo creyó oportuno; y si hoy Narváez y demás gente afrancesada son santos de su devoción, será que le parece lo más oportuno»,
El Tío Camorra. Periódico político y de trueno. Madrid; Francisco Sales de Fuentes, 1.847,, pp. 40 y 41,
a través de una pluma demagoga, mordaz, hiriente y malévola atacó duramente a la Reina Regente María Cristina de Borbón con sus "cencerradas".
Tras formar parte activa como capitán de las Milicias Nacionales (la de Madrid), y apoyando a Espartero, llegó a ser diputado en 1.841 por Jaén. Mas luego, defendiendo la regencia denominada "trina", contraria a la regencia única de Espartero, se volvería contra éste (en esta ocasión utilizaría el periódico "El Eco de Comercio" para sus ataques) uniéndose a Narváez y siendo un gran adalid de la acción de Torrejón de Ardoz. Es así como logró ser Jefe del Gobierno en 1.843, con apenas 32 años de edad. Desde este puesto facilitó la vuelta de María Cristina (él que fue uno de los causantes de su destierro y a quien con tanta maldad atacó,
«tuvo la sinvergüenza de salir a esperar a Cristina el año 44 cuando volvió de la emigración después de la caída de Espartero, y fue el ministro que desarmó aquella Milicia Nacional por la cual se había encumbrado y el que abolió la libertad de imprenta y el que más la persiguió »,
vid.: Hortelano, Benito.- Memorias de Benito Hortelano. Madrid, Espasa-Calpe, 1.936, pág. 73,
así como la declaración de la mayoría de edad de Isabel II, cuando sólo tenía 13 años.
Benito Pérez Galdós, en los Episodios Nacionales. III Serie. Bodas Reales, Madrid, Lingua Digital, 2.013, pág. 48, lo definía así:
«el famoso "Ibrahim Clarete", el desvergonzado libelista de "El Guirigay" y trompetero de motines, don Luis González Bravo, joven lleno de gracias y de ambición, de simpatía y de cinismo, que desde el 40 acechando venía la coyuntura de un rápido encumbramiento, y al fin la encontraba. Meses antes enronquecía cantando las alabanzas de la Milicia Nacional, en septiembre del 40 ensalzaba en Madrid a Espartero; en julio del 43, a la coalición en Barcelona; su audacia y el arrimo de los moderados le llevaron de los clubs a las Cortes; su natural despejo y su asimilación prodigiosa hiciéronle orador notable, y capitaneó el grupito de la "Joven España"».

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7

Pérez Galdós, Benito, op. cit., pág. 80.
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8

Rius Zunón, Luis.- Romancero de Fernando Muñoz y la reina María Cristina. México, Venecia, 1.966, pág. 12.

La referencia constante a ser "hijo de estanquero de la sal", se refiere a ser hijo de una persona que se dedicaba a la administración de un estanco de sal en Tarancón (posiblemente en la actual calle Inés de la Carrera, al lado del edificio de la Oficina de Correos vigente al día de la fecha), procedente del Real Estanco de la Sal (desde la Edad Media se dio el monopolio de la sal por parte de la Corona, considerándose las salinas propiedad de la misma, así como su explotación y la venta de sal. Así, por Real Cédula de Felipe II de 1564 se incorpora a la Corona todas las salinas de Castilla, con excepción de las de Andalucía y Granada), de las salinas de Belinchón, municipio a 7 km. de la localidad de Tarancón.

La actividad de estas salinas y sus tierras pasarán, cuando se desestanquen y enajenen de la Corona en la década de los 70, a ser propiedad del entonces Marqués de Remisa, en pública subasta celebrada el 9 de mayo de 1.873, por 106.000 pesetas (cfr.: Torres Mena, José.- Noticias conquenses recogidas, ordenadas y publicadas. Madrid, Imprenta de la Rev. de la Legislación, 1.878).

Estas salinas están descritas así, según se hallaban a mediados del siglo XIX, por Alberto Plata Montero (Las salinas de Belinchón. Esplendor, abandono y nuevas perspectivas de futuro para las antiguas fábricas de sal):

La salina se emplaza en un valle delimitado por dos cerros y un pequeño arroyo denominado Vega de Tarancón, distante de la localidad de Belinchón a media legua.

La salmuera emergía de un pozo-manantial de 24 varas de profundidad situado junto al arroyo. El pozo tenía en su parte superior una especie de clara- boyas que proporcionaban luz a la escalera de caracol que permitía el acceso al nacimiento del líquido, donde había un hueco revestido con madera con unas dimensiones de seis varas de longitud y dos de anchura cubierto con una bóveda de sillería.

El volumen de salmuera que proporcionaba el manantial oscilaba según la temporada, siendo más abundante en invierno que en verano. La cantidad de agua salada que se aplicaba a la fabricación de sal, así como la que se desperdiciaba, era incalculable, pero su rendimiento en fanegas de 112 libras era de 64.000 fanegas anuales. Su graduación era de 26º en el areómetro de Beaumé y, debido a la profundidad a la que nacía el agua, era necesario llevar a cabo su extracción por medio de una noria. Ésta se componía de dos grandes ruedas de madera, una vertical, en la que estaba enganchada la maroma con los arcabuces, y una horizontal, unida a un eje, que era la que recibía el movimiento de dos mulas. Según el administrador, este sistema ya estaba anticuado, por lo que proponía sustituirlo por una bomba de vapor capaz de extraer toda el agua que se necesitaba.

Por desgracia, el documento de 1853 nos remite a un plano que no se conserva para explicar la situación, forma, dimensiones y capacidad de los vasos. No obstante, sí nos permite acercarnos a sus características constructivas, ya que expone que los pavimentos estaban conformados con arcilla. De los vasos existentes, seis de ellos tenían entablados con madera de pino sus bordes y los demás eran de arcilla. Los trabajos de conservación y mantenimiento de estas estructuras eran continuos para evitar filtraciones y cada año era necesario repararlas. Desde el manantial, el agua salada era conducida por canales de madera de pino a los depósitos y desde ellos a las balsas de cristalización.

Una particularidad de su sistema de producción es que trataban de controlar la concentración de la salmuera de los pozos en función de las condiciones atmosféricas. De este modo, en épocas de mucho calor llenaban los pozos con más cantidad de agua y cuando hacía frío disminuían los niveles para aprovechar mejor las temperaturas. La sal se sacaba cada 10 días y por término medio en una plataforma se extraían entre 8 y 10 fanegas.

El pozo-noria se limpiaba en verano cuando bajaba el nivel de las aguas. En dicha operación se empleaban entre 10 y 12 hombres. La mitad de ellos en- traban en el pozo con azadones y espuertas y el resto sacaba manualmente los residuos. Los pozos se limpiaban entre febrero y marzo, cuando se vaciaban de salmuera, se extraían los residuos acumulados y se nivelaban los suelos y las paredes reponiendo las pérdidas de arcilla que hubieran sufrido. Estos mismos trabajos eran efectuados para renovar la superficie de las plataformas de cristalización.

Además de las eras y los pozos, también se reparaban las alcantarillas y aguasales de toda la explotación. Estos trabajos tenían un coste de 113 obradas (a 13 reales cada una) y 270 peonadas a 5 reales. También se efectuaban reparaciones en los sistemas de conducción de la salmuera, gastándose generalmente entre 14 y 20 tirantes, media arroba de clavos y de 6 a 8 jornales de trabajo de un carpintero, que cobraba 12 reales por jornal.

Los trabajos de elaboración de la sal solían comenzar en abril o mayo y finalizaban entre mediados de septiembre y noviembre, obteniéndose la primera cosecha de sal a mediados de agosto. El producto obtenido era de color blanco y estaba formado por cristales cúbicos que, según el administrador, tenían unas dimensiones que variaban entre el tamaño de un grano de mostaza y el de un gar- banzo. La merma de la sal se situaba entre 8 y 16 libras, atendiendo al grado de humedad con el que se hubiera guardado el producto.

La sal producida se depositaba en dos almacenes. El mayor tenía las caras internas de sus paramentos protegidas con tablas y tenía cabida para 130.000 fanegas de sal. En cambio, el menor poseía sus paños internos enfoscados con yeso y podía albergar hasta 50.000 fanegas. Sus dimensiones permitían que tu- vieran un doble uso, ya que también eran empleados para el despacho de la sales. El suelo del almacén pequeño era de tierra y el administrador proponía como mejora que se construyera uno de tablas y que se cubicaran con marcas las paredes para facilitar las labores de control y distribución de la sal.

En el despacho de las sales que se realizaba en los almacenes se observaba escrupulosamente el turno de los transportistas para no perjudicarles. No se les exigía ningún tipo de gabela extra, únicamente pagaban a los mozos del almacén por picar la sal, cargarla en el peso y llevarla a los carros, ya que los con- ductores no querían hacer este trabajo. El transporte se hacía generalmente en carros cubiertos y bien acondicionados. Por donde no podía transitar la sal se llevaba sobre caballerías. Para evitar el fraude y la adulteración de la sal, el administrador proponía que se incrementaran el número y la frecuencia de los controles en los caminos.

El personal de la fábrica era limitado y, según el administrador, debería aumentarse con un escribiente y un guarda-almacén, así como con 8 productores fijos y otros 12 temporales durante la época de producción. El personal de resguardo (encargado de la custodia de las salinas) estaba formado por seis hombres con el cabo.

Las herramientas más comunes para la producción de sal eran las siguientes: palas de madera de haya, serones de esparto un poco más largos que anchos con dos asas, espuertas de mismo material y palancas de madera de álamo negro. Las picolas eran de hierro, tenían una punta cuadrada y otra aguda con un agujero en el medio para el mango. Los azadones eran del mismo metal.

También puede leerse el documento de 1.840, de Lorenzo Calvo y Mateo.- Perjuicios que causa a la riqueza pública el estanco de la sal. Esta renta anticonstitucional es menos terrible que los valores que arrebata al pueblo que por los que destruye. Madrid, Imprenta de D. N. Sanchiz, 1.840.

Sobre la historia de las salinas de Belinchón, cfr.:

Garrido Gallego, Jesús.- "Breve historia de las salinas de Belinchón", in Revista Castillejo, número 1, Primer Semestre, 1.997, pp. 21 a 26.


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9

González-Laganá, Julio.- 'Cómo se gestó el ducado de Riánsares'. Programa de Fiestas, 1.988. Tarancón, Comis. Festejos, 1.988.
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10

Con seis años (en 1.814), nos relata en sus Memorias, ya lo llevaron sus padres a Madrid, a casa de D. Nicasio y Dª Nicasia para enseñarle a leer y escribir, además de un oficio:

«Tenían mis padres un amigo en el comercio en Madrid y aprovecharon esta ocasión de haber ido allí, para dejarme en su casa a fin de que aprendiera a leer y a escribir bien, porque el maestro de primeras letras de mi pueblo era un hombre de no muy buena conducta y apegado al vino, y en su casa se aprendía a todo menos a leer y escribir, llevándose mis padres la idea además de ver si yo tomaba afición al comercio y me quedaba en la capital[...].

En mis cartas a mis Padres les pintaba siempre mi mal estado de salud, y les manifestaba los deseos de volver a su lado. Pero siempre me contestaban que hasta que supiera bien escribir y las cuatro reglas de aritmética, no había de pensar en volver al pueblo; y que si no quería ser comerciante tenía que regular la carrera de la iglesia para optar a la capellanía que había en la familia y que recaía en mí tras la muerte de mi tío [Gabriel Sánchez Ortega, hermano de su madre].

Si repugnancia tenía al comercio, mucho mayor lo tenía al estado eclesiástico, siendo mi vocación desde muy niño por la carrera militar [...].»

Volverá a Madrid durante los años 1.819 a 1.823 para estudiar "latinidad" en San Isidro; luego se trasladará en 1824 a la Universidad de Salamanca. Como su deseo era ser militar, acabará entrando el 6 de junio de 1.825 en el ejército, como Guardia de Corps.

Garrido Gallego, Jesús.- Datos biográficos y Memoria de D. Agustín Fernando Muñoz, Duque de Riansares. Tarancón, Nuevo Milenio, 2.008, pp. 36 a 38.
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11

Pérez Galdós, Benito, op. cit. pág. 102: 'El señor don Fernando Muñoz, a quien Romero Alpuente llama con mucha gracia Fernando Octavo'.
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12

Se le ofreció en 1.846, al tratarse de fundar en este país una monarquía, que él no quiso
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13

Cfr.: De la Ossa, Manuel.- Tarancón. Apuntes para su historia. Tarancón, 1.945, pág. 39.

"Con todo sigilo y precaución se consiguió del cardenal Tiberi el permiso papal y en el frío y lluvioso amanecer del día 28 de diciembre de 1.833, a las siete de la mañana, tres meses y un día después del fallecimiento de su anterior esposo el rey Fernando VII, María Cristina de Borbón y Borbón (sic) contraía matrimonio, en una discreta dependencia del Palacio Real de Madrid ya conocido como Palacio de Oriente, con Agustín Fernando Muñoz y Sánchez. El cura Marcos Aniano González, paisano y amigo del contrayente, ofició la ceremonia en la que estaban presentes el marqués de Herrera, un íntimo amigo de Fernando Muñoz llamado López Acevedo, la modista Teresita de Valcárcel y una moza de retrete, que actuaron como testigos del enlace. Todos juraron guardar el secreto de esta ceremonia"

(Martín Escribano, Ignacio.- La plaga de los Borbones. Madrid, Visión Libros, pp. 235-236).

El resultado de los dones y mercedes de todos los que estuvieron presentes en la boda fue el siguiente:

Teresa Valcárcel, modista, era confidente de la reina, y amante de Nicolás Franco, un guardia de Corps amigo de Fernando Muñoz. Después de la boda, a Teresa se la trasladó a Bayona y a Nicolás Franco se le ascendió a teniente coronel con destino a la Tenencia de Rey de Jaca, alejándoles así de la corte por temor a que pudieran hablar.

Antonia Robledo es la moza de retrete mencionada. Continuó en palacio ascendiendo a "barrendera", según W. R. de Villa-Urrutia.

Miguel López de Acevedo nacido en Madrid el 8 de mayo de 1.794, era escribiente del consulado, pasó a estar al servicio de Fernando Muñoz y luego fue nombrado Jefe de Mesa de la Secretaría de Estado y del despacho de Hacienda (1.835), Secretario de la Sección de Hacienda (1.836) y de aquí Superintendente de la Casa de la Moneda de Madrid (1.836) y Caballero supernumerario de la Real Orden de Carlos III (1.838), caballero de la Real Orden Americana de Isabel la Católica (1.851).

• Respecto a Marcos Aniano González y Muñoz (1.809-), primo (¿?, si así puede llamarse a la parentela en la que sus bisabuelos eran hermanos) de Fernando Muñoz, de Tarancón, y considerado en los medios eclesiásticos como un cura de costumbres disolutas (vid.: G. Rico, Eduardo, María Cristina: la Reina burguesa, Barcelona, Planeta, 1.994, pág. 81.; o al que le atribuye Julio González-Laganá en esos momentos una enfermedad venérea, y por eso está en Madrid), era en aquel momento reciente ordenado presbítero a título de capellanía (desde el 21 de septiembre de 1.833), oficiando en seis capellanías de Cuenca. Gracias a la celebración de la boda se convierte inmediatamente en confesor de S.M. (el 10 de enero de 1.834, esto es, dos semanas después), canónigo de la iglesia catedral de Segovia, y enseguida capellán de honor en la Real Iglesia del Buen Suceso, Fiscal de la Curia Eclesiástica General de la Real Capilla y su territorio, y de los reales ejércitos y armada; Académico de la Real de Ciencias Eclesiásticas de San Isidoro; arcediano mayor de Lérida; deán de la Santa Iglesia de La Habana y Caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III (1838).

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14

Vid.: González-Laganá, Julio.- 'Cómo se gestó el ducado de Riánsares'. Programa de Fiestas, 1.988. Tarancón, Comis. Festejos, 1.988.

Así nos lo describe el barón de Cobos de Belchite:

«En 1.844, declarada ya mayor de edad doña Isabel II, volvió a España la Reina Gobernadora, pero unos meses antes rogó a Donoso Cortes, ministro por aquél entonces, que fuese concedido a su marido un título nobiliario con Grandeza de España. El hecho de hacer esta petición a Donoso Cortés y no al Presidente del Consejo de Ministros fue porque éste lo era a la sazón González Bravo, que tanto había batido desde "El Guirigay", cinco años antes, a la Reina Madre.

El título —Ducado de Riansares— fue concedido el mismo día de su petición. Dice así el Real Decreto de su concesión: "En atención a las particulares circunstancias que concurren en don Agustín Fernando Muñoz Sánchez, y teniendo en cuenta la alta consideración que por su distinguida posición merece, Vengo a hacerle merced de Grande de España de primera clase con el título de Duque de Riansares para sí y sus descendientes primogénitos por el orden de sucesión regular. Dado en Palacio a doce de febrero de mil ochocientos cuarenta y cuatro"».

     Atienza y Navajas, Julio.- La obra de Julio de Atienza y Navajas, barón de Cobos de Belchite y marqués de Vado Glorioso, en "Hidalguía". Madrid, Hidalguía, 1.993, pág. 32.

El nombramiento se realizó el 23 de junio de 1.844, gracias al Real Decreto de 12 de febrero.



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15

Dimas Pérez duda de la validez del matrimonio, pues
"no se tuvo en cuenta que, según lo decretado por el concilio de Trento, era necesaria la autorización del párroco encada matrimonio y que, por tanto, éste incurría en defecto de forma y así sería nulo".

Pérez Ramírez, Dimas.- Tarancón en la historia. Tarancón, Imprenta Antona, 1.994, pág. 359.



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16

Juan José Bonel y Orbe (1.782-1.857), que en aquel momento era obispo de Córdoba (desde 1.834), patriarca de las Indias Occidentales y Vicario General Castrense (desde 1.839).Fue prócer del Reino (1.834-1.835), senador por las provincias de Almería (1.837-1.838) y Granada (1.840) y vicepresidente del Senado , pasando a ser nombrado por la Corona Senador Vitalicio (1.845), pues no en vano desempeñó el cargo de Confesor Espiritual de la reina Isabel II y su hermana la infanta María Luisa Fernanda. Llegará a ser arzobispo de Toledo (1.847) y luego cardenal (1.850).



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17

Cfr.: Palacio, Manuel del.- El amor de las mujeres y el matrimonio pensamientos y reflexiones, coleccionados, compuestos y traducidos.... Madrid, Imprenta de M. Galiano, 1.864, pag. 36.



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